
Y aconteció que el día siguiente vino Moisés al tabernáculo del testimonio; y he aquí que la vara de Aarón de la casa de Leví había reverdecido, y echado flores, y arrojado renuevos, y producido almendras. – Números 17:8 (RVR-60)
¿Alguna vez te has sentido seco, como si hubieras perdido tu propósito o dirección en la vida? Tal vez hayas enfrentado temporadas en las que te sientes desconectado de Dios, agotado por las luchas o inseguro de si puedes seguir adelante. Es fácil sentirse como una vara seca: sin vida, quebradizo y sin esperanza. En Números, leemos acerca de un momento en el que Dios usó algo seco y sin vida para mostrar Su poder y Su propósito. La vara de Aarón, un simple palo de madera, fue colocada en la Tienda de Reunión, en la misma presencia de Dios. A la mañana siguiente, esta vara muerta había hecho algo asombroso: echó brotes, floreció e incluso produjo almendras.
Esta historia nos recuerda que, incluso cuando nos sentimos secos, nuestra verdadera identidad en Dios no ha cambiado. La vara había sido separada del árbol y perdido su oportunidad de florecer. Estaba destinada a secarse, y todo para servir al profeta. Como a veces sentimos que al servir damos tanto de nosotros que comenzamos a secarnos. Pero Dios tenía otros planes. Una rama de almendro puede parecer muerta, pero su naturaleza de almendro permanece. Dios no hizo un milagro conviertiendo la vara en algo nuevo. El sólo restauró la naturaleza de la vara y la ayudó a convertirse en lo que estaba destinada a ser. De la misma manera, no importa cuán distante o desanimado te sientas, sigues siendo quien Dios te creó para ser. No has perdido tu identidad. Eres su hijo, elegido, amado y lleno de propósito.
Entonces, ¿qué hizo que la vara de Aarón floreciera? Fue colocada en la presencia del Señor. Cuando nos acercamos a Dios, Su poder comienza a reavivarnos. La vara no sólo reverdeció, sino que también floreció y dio fruto, ¡todo en una sola noche! Porque la restauración de Dios no sigue líneas de tiempo humanas. Él puede trabajar rápidamente, transformando áreas de tu vida que creías que no tenían reparación. Pero debemos confiar en Él y entregarle nuestras partes secas. El no descuida a aquellos que se entregan, sino que Su provisión y favor los cubren. Si hoy te sientes seco, no pierdas la esperanza. Dios te ve como eres y sabe para qué te creó. Tu temporada de frutos puede estar más cerca de lo que crees. Acércate a Él, confía en Su tiempo y observa cómo Él restaura tu vida y propósito.
Verdad de la Semana:
Su presencia restaura quiénes somos.
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