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  • Foto del escritorCDA Lares

Una obra mayor


Distintos tipos de arcilla

Solemos pensar que hay un solo tipo de barro con el que el alfarero hace sus vasijas. Pero esto no es cierto. Hay varios tipos de arcilla, y parte del trabajo del alfarero es saber qué tipo de arcilla debe utilizar para cada vasija en específico. Dependiendo del criterio que se utilice para clasificarlas, puede haber hasta siete tipos de arcilla según las propiedades de cada una. Algunas arcillas tienen más impurezas, otras poseen gran plasticidad, o son porosas, algunas son lo que se conoce como “refractarias” o resistentes al calor.


La combinación de las propiedades es lo que hace diferente a cada arcilla, no hay dos arcillas iguales. Lo interesante de esto es que el alfarero no puede formar una vasija con un solo tipo de arcilla, sino que debe mezclarlas teniendo en cuenta sus propiedades y el resultado final que busca. Las cualidades de la arcilla son importantes porque afectan el resultado final, para bien o para mal.


En la arcilla, las “impurezas” son minerales que se han añadido a la arcilla original, pero no siempre son imperfecciones. Cuando la arcilla, por acción de la lluvia y los elementos, es arrastrada a otros lugares, recoge impurezas en el camino. Rastros de otros minerales con los que entra en contacto. Las impurezas son el recuerdo del proceso que la arcilla ha pasado. Además, este proceso hace que las partículas de la arcilla se degraden y se vuelvan más pequeñas de lo que eran, lo que hace que la arcilla se vuelva más moldeable, o sea, que tenga más “plasticidad”. Otras arcillas envejecen en el lugar en donde están sin pasar por este proceso, por lo que se consideran “puras”. Sin embargo, tampoco poseen esta plasticidad ya que no han sido molidas; pero si son muy resistentes. ¿Por qué es tan importante esto?


El Alfarero conoce a sus arcillas, el proceso y propiedades de cada una. El conoce a las arcillas que han sido molidas en el proceso y han quedado marcadas (impurezas) debido a su largo viaje antes de que Él las rescatara. Él conoce cuán moldeables son y las temperaturas que resisten. Él conoce a las arcillas que han permanecido en el lugar donde comenzaron, conoce su pureza, y también su dureza. Reconoce a las arcillas porosas que absorben el agua fácilmente, y sabe cómo usar a cada una. El secreto está en que Él no puede usar a ninguna de las arcillas por sí sola, ni siquiera puede moldearlas si no están juntas. Él necesita las propiedades de cada arcilla para poder moldear a las demás.


Él sabe que las arcillas con más plasticidad son muy fáciles de moldear, pero se rompen con el fuego. Sabe que las arcillas más puras resisten las temperaturas más altas, pero son difíciles de moldear porque no han sido debidamente molidas. También conoce que las arcillas más porosas absorben bien el agua, y una vez horneadas conservan fresco el contenido de la vasija; pero se deshacen con facilidad cuando son moldeadas. El alfarero distingue las impurezas que nos ayudan en el proceso, y las que causarán que la vasija se agriete luego de hornearla.


Por lo tanto, Él sabe exactamente lo que tiene qué hacer. A la hora de limpiar las impurezas de la arcilla, Él sabe distinguir las cicatrices que debe sanar porque arruinarán el resultado, y aquellas que fueron parte del proceso para cambiarnos y mejorar el producto final. Dios sabe que es necesario mezclar una arcilla moldeable con una arcilla pura, para que la arcilla pura aprenda a dejarse moldear. También sabe que una arcilla porosa necesitará mezclarse con una arcilla moldeable para no deshacerse mientras ambas son moldeadas. Y ambas necesitarán una arcilla resistente al calor para que no se deformen en el horno. De manera que las arcillas más frágiles son ayudadas por las más fuertes al entrar al fuego y aprenden a resistir el calor. Todo esto el Señor lo conoce, incluyendo el hecho de que siempre se necesitan al menos tres tipos distintos de arcilla para hacer una vasija.


De la misma manera el Señor nos toma a todos, arcillas únicas con propiedades, dones y talentos distintos; y nos une en un solo cuerpo donde nuestras propiedades individuales edifican a todo el cuerpo. Donde el usa a cada uno de nosotros para moldear a los demás, y usa a los demás para moldearnos a nosotros. Para crear una vasija llamada iglesia, que será capaz de resistir el calor cuando llegue el momento de pasarnos por el fuego y transformarnos a todos en un solo instrumento que Él pueda usar para su gloria. Por eso nos pide constantemente unidad; pues si resistimos el proceso de integrarnos unos a otros la vasija se deshará cuando Él intente moldearnos, o se agrietará en el horno y la obra se arruinará.


Ese era al propósito de hacernos diferentes, que nos necesitáramos los unos a los otros hasta que llegáramos a ser uno. Por eso no debemos tratar de cambiar a los demás para que sean como nosotros, ni tratar de ser como ellos. Dios nos diseñó a cada uno con las propiedades que necesitaba y ninguna otra arcilla puede tomar nuestro lugar. De la preparación de cada arcilla se encarga el Alfarero, nosotros sólo debemos unirnos y dejarnos moldear en todo sentido. Pues incluso cuando Dios trabaja con nosotros de manera individual, sólo está formando piezas de una obra más grande.


“de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.” – Efesios 4:16
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