top of page
Buscar

La Aventura de Obedecer

Foto del escritor: CDA LaresCDA Lares

A todos nos gustan las historias de aventuras. Mientras más desafíos enfrenta el héroe, más nos gusta la historia. Queremos ver cómo acaba, y cómo el protagonista logrará salir del problema en que está metido (y cómo recatará a los demás). Los mitos de Sinbad son un ejemplo de esto. Desde que comenzaron a contarse, sus historias de cómo se enfrenta a lo desconocido y sale victorioso han inspirado a generaciones. Un detalle importante de las historias de Sinbad era que su tripulación confiaba en él. En la versión animada lo vemos claramente, en especial durante el clímax de la película. Cuando se acercan a su destino, ven que no pueden cruzar sobre el horizonte con su barco. Parece que no lograrán su misión, y tendrán que volver a casa. Pero hay un problema, el capitán no ha dado la orden.


¿Cuántas veces pensamos que ya sabemos cómo van a terminar las cosas y decidimos que sabemos qué hacer? Tenemos que irnos de ese lugar donde las cosas no están saliendo bien. Y, ¿cuántas veces tenemos el mismo problema que la tripulación? El Capitán no ha dado la orden. ¿Nos detiene eso, o damos nuestras propias órdenes? En cuántas ocasiones nos encontramos en un momento difícil y decidimos abandonar la misión a pesar de que Dios no nos ha dado instrucciones de irnos. Abandonamos una iglesia porque nos encontramos incómodos. Dejamos un trabajo porque no nos es conveniente. Nos mudamos de ciudad, o de país, porque las circunstancias no son ideales. Pero Dios no ha dado la orden.


Mucho se ha hablado acerca de obedecer la orden de Dios de caminar en fe. Salir por fe hacia un futuro que Dios nos mostrará en cuanto recibamos la orden de marchar. Pero, ¿qué hay de permanecer? También se necesita fe para permanecer en un lugar que no parece ideal, para no ceder terreno. Obedecer no es sólo hacer lo que Dios dice, sino también no hacer lo que El no nos ha mandado. ¿Tenemos el compromiso de permanecer cuando no hemos recibido instrucciones? Hace un tiempo leía el testimonio de la pastora Yesenia Then en cuanto a su matrimonio. Hay situaciones que sólo Dios conoce, pero para bien o para mal la pastora permaneció siete años en un matrimonio que se había vuelto espiritualmente tóxico tanto para ella como para sus hijos. ¿Por qué? Ella cuenta que Dios no le había dado instrucciones de pedir el divorcio, aún cuando todos a su alrededor le decían que tenía base bíblica para hacerlo. Mucho se puede discutir acerca de este testimonio, pero ¿cuántos tendríamos la convicción para tolerar siete años de humillaciones sólo porque Dios no nos ha ordenado marcharnos?


Eso no significa que los matrimonios deben tolerar abusos, cada caso es único y sólo Dios sabe cómo debemos proceder. Pero ahí está el detalle; muchos cristianos ni siquiera consideran la posibilidad de consultar a Dios antes de tomar una decisión. Sólo pensemos en nuestra vida cotidiana, ¿cuántos hemos aceptado o renunciado a un trabajo sin consultar a Dios? Puede que la mayoría de las personas pidan confirmación (muchas veces, por cierto) antes de entrar a un ministerio o hacer algo para Dios. Pero si pensamos en las decisiones cotidianas de la vida, por lo general ni siquiera se nos ocurre preguntar. Muchas decisiones se basan en nuestra propia “prudencia” más que en la dirección de Dios. Especialmente cuando se trata de evitar la incomodidad. Es curioso que podemos buscar dirección de Dios para entrar a un ministerio, pero no parece que busquemos la misma dirección si decidimos salir de ese mismo ministerio.


Sin embargo, a Dios le interesa tanto nuestra entrada como nuestra salida. Y tanto al marchar como al permanecer, debemos pedir instrucciones. En la Biblia vemos ejemplos de situaciones cómo estas. Solemos recordar que Abraham fue bendecido al salir de su tierra. Pero olvidamos que a Elimelec, el esposo de Noemí, no le fue muy bien cuando salió rumbo a Moab. Sobre todo, porque no lo hizo siguiendo instrucciones de Dios, sino basándose en su propio juicio. A David le fue muy mal cuando decidió quedarse en el palacio en lugar de ir a la guerra y se encontró con Betsabé. Pero a Rahab le fue muy bien cuando decidió permanecer en medio de un campo de batalla por instrucciones de los espías. El mismo Jesús nos enseñó a permanecer cuando prosiguió su camino a la cruz. De manera que no debemos tomar este asunto de permanecer a la ligera. Si, puede que tengamos que tolerar cierta incomodidad, pero también veremos grandes cosas.

Al final, Sinbad y su tripulación logran cruzar el horizonte. Sinbad da instrucciones a sus hombres y logran que el barco vuele, sí, que un barco vuele. Tener que permanecer ante la incomodidad o el peligro cuando no hemos recibido órdenes de marcharnos puede hacer que nuestro corazón se estremezca. Pero a diferencia de Sinbad, nuestro Capitán sabe lo que hace. Tiene el final planificado desde el principio, y si permanecemos firmes cuando Él lo ordena, veremos cosas que ojo no vio ni oído oyó. También puede que, cuando finalmente nos dé instrucciones, estas no tengan ningún sentido. Pero debemos obedecer igual, porque sólo Dios sabe lo que tiene preparado. Obedecer a nuestro Dios es una aventura.


Puede que Dios te esté llamando a permanecer en un lugar incómodo. Ya sea en un trabajo difícil, o en tu casa desempleado. Podrías tener que permanecer en una enfermedad difícil, o en un ministerio complicado. Quizás debes persistir en tus estudios, o en ese emprendimiento que Dios puso en tu corazón. En un matrimonio complicado, o en la soltería. Cualquiera sea tu situación, si Dios no te ha pedido que marches, considera que te puede estar llamando a permanecer. Aunque crucificar tu carne sea difícil, pon tu mirada en la victoria que El te dará. Quizás ganarás un alma para Cristo, quizás testificarás de provisión. Tal vez motivarás a otros, o verás un gran avance en tu vida espiritual. Puede que Dios te esté capacitando, o usándote cómo medio para bendecir a otros. Podrías iniciar un nuevo ministerio, o acercarte más a Dios en el desierto. Sólo Dios sabe por qué te pide permanecer. Lo importante es recordar que, si el Capitán no ha dado la orden, debes mantenerte firme.



 
 
 

Commentaires


bottom of page