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  • Foto del escritorCDA Lares

Una Fé Empañada

En otra ocasión, mientras Jesús estaba en una de las ciudades, se presentó un hombre lleno de lepra, quien al ver a Jesús se arrodilló y, rostro en tierra, le rogaba: «Señor, si quieres, puedes limpiarme.»Entonces Jesús extendió la mano, lo tocó y le dijo: «Quiero. Ya has quedado limpio.» Y al instante se le quitó la lepra. - Lucas 5:12-13 (RVC)

Jesús iba de ciudad en ciudad, enseñando y haciendo milagros. En las distintas ciudades, fueron varios los leprosos que se le acercaron buscando sanidad. Ellos debían permanecer fuera de la ciudad, y nadie podía acercárceles. Es por esto que el leproso se acercó a Jesús con inseguridad. Sabía que podía recibir un milagro. Pero también sabía que se estaba tomando un atrevimiento al acercarse a Él para presentarle su problema. Su inseguridad era tanta que, en lugar de pedir sanidad, le dijo a Jesús que era su decisión si lo limpiaba o no ("si quieres"). Pero Jesús siempre tenía misericordia de los que se acercaban a Él y al instante lo limpió.


En muchas ocasiones somos como ese leproso. Tenemos una necesidad y venimos delante de Dios. Creemos que Él puede hacer algo por nosotros, y clamamos. Sin embargo, nuestra fe mengua. En la espera, mientras nos preparamos para ver lo que Dios va a hacer, dudamos. Nuestra fe se tambalea. No porque dudemos del poder de Dios. Sino porque dudamos de que Él esté dispuesto a hacer un milagro por nosotros. ¿Querrá Dios ayudarme a mi? Creemos que puede hacerlo por otros, pero ¿se detendrá Dios por mi? ¿O lo estaremos importunando? A veces creamos esta imagen de un Dios poderoso, pero que está demasiado ocupado como para distraerse con nuestros problemas. Pero esta porción nos muestra la verdad de Jesús. Él sí quiere ayudarnos, y no le molesta que vengamos a Él.


No importa cuál sea nuestra necesidad, podemos acudir a Dios por ayuda. Él nunca está tan ocupado que no tenga tiempo para nosotros. Más aún, Él nos ama y quiere que estemos bien. Él siempre está dispuesto a ayudarnos, limpiarnos y sanarnos, si sólo se lo pedimos con la fé de un niño que sabe que puede contar con su padre. Quizás fuiste enseñado a que debías merecer la ayuda, o quizás alguna vez te hicieron sentir que tu problema no importaba. Pero Dios no es así, Él es el Padre perfecto. Él sabe que cualquier problema que podamos tener no es lo suficentemente grande para Él, pero entiende cuando algo nos hace sufrir grandemente y es demasiado para nosotros. Por eso no tengas miedo de acudir a Él, su amor es más grande que nuestra inseguridad.

 

Verdad de la Semana:

Dios ama ayudarnos.


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