Y todo lo que hagáis hacedlo de corazón, como para el señor y no para los hombres.- Colosenses 3:23 (RVR-1960)
Antes de esperar grandes cosas de Dios, tenemos que reflexionar y examinarnos nosotros como cristianos. Si estamos agradando a Dios en todo lo que hacemos para Él y todo lo que hacemos en nuestro diario vivir. Dios se fija en los detalles que nosotros no nos fijamos, como se ve en la historia en Marcos 12:41-44. Jesús se sentó cerca de la caja de las ofrendas del templo y observó mientras la gente depositaba su dinero. Muchos ricos echaban grandes cantidades, entonces llegó una viuda pobre y echó dos monedas pequeñas. Jesús llamó a sus discípulos y les dijo la verdad, esta viuda pobre ha dado más que todo los demás que ofrendan. Pues ellos dieron una mínima parte de lo que le sobraba, pero ella con lo pobre que es dio todo lo que tenía para vivir. En este versículo podemos ver una viuda que, no importando por las necesidades que estuviera pasando, decidió darle el mejor regalo que era darle todo lo que tenía con un corazón dispuesto.
Nuestro Señor Jesucristo dio lo mejor que él podía ofrecer, dio la mejor ofrenda que se puede dar, su propia vida. (Efesios 5:2) Aquí podemos ver el mayor regalo que Jesucristo hizo por nosotros, sin ser merecedores de el. Cuando entregó su vida como ofrenda para que nosotros fuéramos libres. El apóstol Pablo nos enseña en Romanos 12:1: Por esto hermanos, tomando en cuenta el amor que Dios nos tiene, les ruego que cada uno de ustedes se entregue como sacrificio vivo y santo; este es el único sacrificio que El le agrada. Gracias a ese regalo no tenemos que hacer ningún sacrificio, si no vivir en obediencia a Dios. En 2 Samuel 24:24 nos dice que debemos darle lo mejor en obediencia a nuestro Señor. Esto significa que le daré lo que me cueste, lo que no me es fácil dejar. ¿Qué estás haciendo tú? ¿Procuras dar lo mejor de ti, aunque te cueste? ¿O sólo das lo que te sobra? Mi mejor ofrenda es mi sacrificio.
Verdad de la Semana:
Si no me cuesta, no es lo mejor.
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