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  • Foto del escritorCDA Lares

Las Matemáticas de Dios

Siempre me gustaron las matemáticas. Así que cuando comencé a pensar en este tema de unidad, no pude evitar recordar mi tiempo de escuela e hice un repaso. Tal vez tu también recuerdas las unidades, las decenas y las centenas. Un detalle de las unidades es que son indivisibles. Ahora bien, los números pares se pueden dividir. Pero si de fracciones se trata, la unidad es la fracción que es equivalente a un entero. No se puede dividir. Una definición que encontré y me encantó es que la unidad “no puede ser dividida sin alterar o destruir su esencia”. La división destruye la esencia. Y rápido vienen a mi mente estas palabras de Jesús en Juan 10:10: “el ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir". En el principio, cuando Dios creo a Adán y a Eva, los unió para que fueran UNO. (Génesis 2:24) Pero entonces vino la serpiente, y nada ha cambiado hasta nuestros días.


El tema de la unidad es tan relevante para el creyente que Jesús, en Juan 17, hace una oración hermosa al Padre sobre este tema. Veamos el verso 11: “Padre Santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros”. Jesús era uno con el Padre, y de la misma forma oró para que sus discípulos fueran uno. En los versos 20 y 21 de ese mismo capítulo, continúa orando: “Más no ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mi por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mi y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.”


¿Te diste cuenta de cuán importante es la unidad? Para que el mundo crea que Dios envió a Jesús. O sea, para testimonio. Más adelante en el verso 23, Jesús continúa diciendo: “yo en ellos, y tú en mi, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mi me has amado”. El propósito es que el mundo conozca el amor de Dios por medio de la unidad de sus hijos. ¿Es difícil? Lo es, pues todos somos diferentes. La clave es ser uno con Jesús. En su amor podemos unirnos con los demás. Ser uno con El requiere que lo conozcamos, y para conocerlo necesitamos relacionarnos con El. En nuestra fuerza no podemos lograr la unidad, pero siendo obedientes al Padre sin duda lo lograremos.

 

Verdad de la Semana:

La esencia de Dios es la unidad.

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