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La Santidad, Un Regalo.

Busquen la paz con todos y la santidad sin la cual nadie verá al señor- Hebreos 12:14

En Hebreos se nos hace una advertencia que todos debemos considerar si es que queremos ver a Dios: santidad sin la cual nadie verá al Señor. Desde el antiguo testamento vemos como el Señor demandaba a los israelitas realizar los ritos de purificación para que no se presentaran inmundos delante de su presencia. Dios es Santo y no tolera el pecado en su presencia, por eso los israelitas debían seguir una serie de ritos muy específicios sólo para poder acercarse a Dios. En la actualidad como cristianos no debemos seguir estos ritos, pues estamos cubiertos por la sangre de Cristo. El realizó la obra por nosotros.


Sin embargo, aún debemos buscar la manera de vivir en santidad porque queremos agradarle, verlo cara a cara y ser aprobados por él. Pero, ¿cómo podemos hacerlo? Aprendiendo a tener en nuestra vida cotidiana la misma actitud de Cristo. Debemos separarnos del pecado y vivir para Dios, él nos llama a seguir su ejemplo, a amar a nuestro prójimo. No podemos vivir para Dios y para el mundo. El término santo quiere decir separado, este es el verdadero significado de santidad. Vivir separados para Dios aunque vivamos en medio del mundo. Y en realidad vivimos separados para Dios haciendo lo que él nos ha llamado a hacer. Para muchos, la santidad puede parecer una imposición, una carga pesada, pero no es así.


La santidad de Dios es hermosa, nos da el privilegio cómo sus hijos de que podamos vivir para él libres del pecado. Es muy fácil parecer santo adentro de la congregación, pero la verdadera santificación se ve con nuestro testimonio en la vida cotidiana: en el trabajo, en la intimidad con nuestros allegados, en conversaciones con amigos en la calle, en la escuela, etc. La santidad es la oportunidad que Dios nos da de vivir como él vivió, en lugar de vivir dominados por el pecado. Su Espíritu hace esto posible, sus hijos tenemos esa oportunidad de mostrarle al mundo la vida del Reino. Así que la santidad no sólo es un llamado, sino que es posible y necesario. Como también dice en 2 Corintios 7:1, así que amados puesto que tenemos tales promesas limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu perfeccionando la santidad en el temor de Dios.

 

Verdad de la Semana:

La santidad es un privilegio.

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