Si van a hacer algo digan que sí, y si no lo van a hacer digan que no. Todo lo que digan de más viene del diablo.- Mateo 5:37 (TLA)
La responsabilidad es "la habilidad de responder a los compromisos o promesas hechos previamente". En otras palabras, ser responsable significa que te aseguras de hacer lo que dijiste que ibas a hacer y, de lo contrario, aceptar las consecuencias de no haber cumplido tu parte. Sin inventar excusas, o culpar a otros; simplemente aceptas que te equivocaste y procuras que no vuelva a pasar. Hoy en dia, el valor de la responsabilidad parece haberse perdido. Sacamos de nuestro tiempo para reunirnos con alguien y esa persona nunca llega. Esperamos en vano una llamada que nunca se realiza. O nosotros mismos nos comprometemos a colaborar en una obra y cuando llega el dia asignado decidimos que no tenemos ánimo para realizar la tarea o estamos demasiado ocupados. Todos fallamos alguna vez, pero el problema se presenta cuando no le damos a este asunto la importancia que merece.
Aunque este parezca ser el estándar del mundo hoy, no debería ser así entre los cristianos. Pues no operamos con la mentalidad del mundo, sino con la del Reino. La Biblia nos insta a prometer lo que cumplimos (Deuteronomio 23:21-23; Números 30:2; Eclesiastés 5:4-5). Por otro lado, procuramos ser más cómo Cristo, quién vino a modelarnos la imagen de nuestro Padre. Somos hijos del Dios que nunca cambia, y que siempre promete lo que cumple. Es con este tipo de comportamientos que podemos marcar la diferencia en el mundo, modelando la rectitud e integridad de nuestro Dios. La Palabra llama a los inconstantes personas de "doble ánimo" (Santiago 1:8), que van y vienen, no son firmes. Son aquellas personas que se dejan llevar por sus emociones y estados de ánimo en lugar de ejercer dominio propio. La Biblia invita a estas personas a "purificar sus corazones" (Santiago 4:8), pues su problema es que vacilan entre su lealtad al mundo (su carne) y su lealtad a Dios.
Es por esto que la responsabilidad es parte importante de la madurez. Pues no podemos ser como aquél niño que hoy le gusta una comida y mañana no. Sino que procuramos modelar el cáracter del Padre al ser constantes. Es cuando ya hemos entendido que no hacemos las cosas para los hombres, sino para Dios. Y, por lo tanto, rendiremos cuentas a Él personalmente. Cumplimos nuestros compromisos porque no hacerlo pondría en duda nuestra integridad y el testimonio de Cristo. Esto es madurez, y debemos modelarla en todas las áreas de nuestra vida. Ya sea en la casa, con amigos, en el trabajo, la escuela, o el ministerio, asumimos nuestros compromisos como para el Señor. Y si no podemos cumplir, es mejor no comprometernos. Pues al actuar así, glorificamos al Señor.
Todo lo que hagan, háganlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibirán la recompensa de la herencia. Es a Cristo el Señor a quien sirven.- Colosenses 3:23-24 (NBLA)
Verdad de la Semana:
Nuestra responsabilidad glorifica a Dios.
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