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“Tengo Valor.” Lee Juan 4:4-42.
Ella era Samaritana, una raza de personas que los judíos despreciaban por completo y encima de eso, era menospreciada por su propia gente. Esto se evidencia por el hecho de que ella vino sola a sacar agua del pozo de la comunidad cuando, durante los tiempos bíblicos, sacar agua y conversar en el pozo era el punto culminante social del día de una mujer. Sin embargo, esta mujer fue condenada al ostracismo y marcada como inmoral, una mujer soltera luego de una serie de maridos y en una relación con un hombre que no era su esposo.
La historia de la mujer en el pozo nos enseña que Dios nos ama a pesar de nuestras vidas en bancarrota. Dios nos valora lo suficiente como para buscarnos activamente, darnos la bienvenida a la intimidad y regocijarse en nuestra adoración. Como resultado de la conversación de Jesús, solo una persona como la mujer samaritana, rechazada por su propia gente, podía entender lo que esto significa. Ser querido, ser atendido cuando nadie, ni siquiera ella misma, podía ver nada de valor en ella; esto es gracia en verdad.
También aprendemos a través de esta historia bíblica que solamente Jesús nos satisface, solo Él llena ese vacío en nuestro interior, solo Él calma nuestra sed.
Muchas veces en nuestra vida tenemos momentos en que nos sentimos rechazados o sin valor, vacíos y sin rumbo, y se necesita alguien para darle valor a nuestra vida y para satisfacer esa sed de algo mayor. Solo uno puede encajar ese perfil, y su nombre es JESÚS.