“La Hipocresía”
Lee Gálatas 2:11-14.
Un hipócrita es alguien que se comporta de manera religiosa para llamar la atención, aprobación o admiración de los demás. Por ejemplo, suben su radio para que los demás sepan que está escuchando música cristiana; postean versos bíblicos en su Instagram o Facebook para impresionar a sus amigos cristianos; o hasta levantan las manos en la iglesia y gritan “Amén” o “Aleluya” para engañar a la gente.
Pedro tuvo un gran problema con el querer impresionar y ser aprobado por los demás. Él estaba en Antioquía, y ya había dejado a un lado la ley judía para enseñar las Buenas Nuevas de Cristo, y hasta vivía como los Gentiles. Pero al llegar unos amigos de Santiago, unos Judaizantes (Judío converso que, en el siglo I de la Iglesia, sostenía que para salvarse no bastaba practicar la doctrina de Jesús sino que, además, se debía mantener la observación de la ley de Moisés, incluso los Gentiles.), Pedro dejó de socializarse con los Gentiles y comenzó a ponerse del lado de los Judaizantes.
Hubo 2 consecuencias en las acciones de Pedro. En primer lugar, otros judíos comenzaron a seguir su ejemplo al volver a la Ley. Y en segundo lugar, los gentiles fueron tratados injustamente, tanto que muchos se apartaron del Evangelio. La base de la salvación fue el asunto aquí. ¿Es solo por Cristo o por obediencia a la ley? Al unirse a los Judaizantes, Pedro implícitamente apoyaba su afirmación de que Cristo no era suficiente para la salvación. Es por eso que Pablo tuvo que intervenir y reprenderlo en público.
Nuestras acciones tienen consecuencias, ya sea para bien o para mal. Pero nuestro deseo de llevarnos bien con los demás nunca debe comprometer la verdad de la Palabra de Dios.
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