"Un Asunto del Corazón"
El amor, la entrega y la pasión por lo que haces en el ministerio va más allá de lo que podemos imaginar. Cuando le servimos a Dios y amamos lo que hacemos para Su obra, no importa si somos reconocidos o no. Dios busca personas con corazones dispuestos y humildes para llevar las buenas nuevas. El servir a Dios y llevar Su Palabra es algo que debe hacerse de corazón, y siempre debemos tener esa sed de hablar de nuestro Padre celestial. En la Biblia existen muchos personajes reconocidos que hicieron grandes hazañas en la obra de Dios. Personas que hicieron cosas increíbles. Como Moisés cuando dividió el Mar Rojo y liberó el pueblo escogido de Dios. Abraham, que su fe sobrepasa todo entendimiento y obedeció a Dios cuando le dijo que sacrificara a su hijo. Sí, a su hijo; el que tanto esperó y anheló. Noé, que siguió cada instrucción para construir un arca en un momento de sequía. Su obediencia fue extraordinaria.
Recordamos a cada uno de estos personajes y les enseñamos estas historias a nuestros hijos. Pero también existen en la Biblia personas que no fueron tan reconocidas, pero dieron grandes pasos. En Lucas 23: 33-43 se habla de un ladrón que se encontraba al lado de Jesús en el momento de su crucifixión. Un ladrón que reconoció su pecado y su lugar en esa cruz. Su humildad tocó el corazón de Jesús. Este ladrón le pidió perdón a Jesús por todo lo que hizo. El ladrón en cierto momento mira a Jesús y le dice que se acuerde de él cuándo esté en Su reino. Este hombre supo al instante que Jesús estaba en esa cruz injustamente.
En muchas ocasiones si no somos reconocidos por algo que hacemos, nos molestamos y nos da tristeza que no todos se percaten de la labor que hacemos. Este ladrón, a pesar de su pecado, su humildad y razonamiento lo llevaron a pedirle perdón a Jesús y a reconocer que Él era el hijo de Dios. A este ladrón no le importó ser reconocido por nadie como un discípulo o si alguien lo estaba mirando. Simplemente su corazón humillado lo acercó a Jesús y eso era lo único que importaba. Debemos llegar a los pies de Cristo y vencer nuestro orgullo e inseguridades. Y aceptar las veces que perdemos nuestro enfoque y nuestra visión, que es el servir y amar con todo el corazón. Nuestro servicio debe traerle gloria a Él, no a nosotros. Él es el único que debe de ser exaltado y reconocido. Ya que Él ha hecho todo por ti y por mí. Enfócate en servir, con amor donde Dios te haya colocado, pues es un privilegio inmerecido el simple hecho de que nuestro Dios nos ame y nos perdone.
Estudio:
Estudia las siguientes porciones:
Luego reflexiona:
¿Quién debe guardar nuestro corazón?
¿Cómo podemos lograrlo?
¿Quién debe encargarse de eliminar las malas actitudes y sentimientos?
¿Con qué debemos reemplazarlas?
¿Cómo un corazón contaminado impide nuestro servicio?
Verdad de la Semana:
"Sirve con un corazón agradecido."
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