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Foto del escritorCDA Lares

Humilde Comienzo

De cierto, de cierto os digo que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo, pero si muere, lleva mucho fruto.- Juan 12:24 (RVR-95)

En esta porción Jesús comienza a anunciar su muerte. Se refiere a sí mismo cuando habla de la semilla que muere, ya que su muerte traería la salvación de la humanidad. Sin embargo, también nos enseñaba un principio importante acerca del crecimiento espiritual. Uno que muchas veces preferimos olvidar: es necesario morir al yo para crecer y dar fruto. La idea de que una semilla pueda convertirse en un árbol mientras permanece intacta es imposible. Su propia naturaleza impediría el crecimiento.


Una semilla puede ser muy pequeña, pero en su interior guarda todo el potencial necesario para ser un árbol frondoso que lleve fruto. (Mateo 13:31-32) No obstante, si la semilla no se rompe y muere, no podrá liberar todo ese potencial y convertirse en lo que debería ser. El proceso no es fácil. En primer lugar es sembrada, por lo que debe permanecer en la oscuridad durante mucho tiempo. Luego debe romper la cáscara y morir, o no tendrá espacio para crecer. Después debe echar raíces y abrirse camino hacia la superficie. Sólo entonces podrá dedicarse a crecer y algún dia dará frutos.


Los cristianos no somos distintos. Tenemos todo el potencial que necesitamos para ser lo que Dios quiso que fueramos. Pero para lograrlo, debemos pasar por momentos muy oscuros. Momentos donde parece que nada pasa y que se han olvidado de nosotros. Pero Dios está ahí, obrando en nosotros aunque no nos demos cuenta. Entonces miramos a nuestro alrededor y nos damos cuenta de que hay cosas que ya no nos sirven, y que si no las soltamos no tendremos espacio para crecer. Al principio parece doloroso morir a cosas que formaron parte de nuestra identidad por mucho tiempo. Pero luego nos damos cuenta de que ahora somos libres para crecer y liberar todo nuestro potencial. Así que no tengamos miedo cuando nos sintamos en la oscuridad, o debamos morir a una parte del yo. Dios, el agricultor por excelencia, está en control y si confiamos pronto veremos los frutos.

 

Verdad de la Semana:

Morir al yo es parte de crecer.

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