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si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano.- 1 Juan 4:20-21 (RVR-60)
Nosotros amamos porque Dios nos amó primero (1 Juan 4:19). Al igual que amamos a Dios también tenemos que amar a nuestro hermano, a nuestra iglesia. Amar nuestro templo, donde nos reunimos para adorar y alabar a Dios como un sólo cuerpo llamado iglesia, del cual Cristo es la cabeza. Dios permanece entre nosotros, sí nos amamos unos a otros. Y así se manifiesta plenamente. Recuerda que Dios nos ama más de lo que imaginamos. Él nos creó para amarlo y compartir su amor con quienes nos rodean todos los días.
Dios entregó a su hijo por amor a nosotros, ahora nos toca a nosotros entregar nuestra vida por amor a Él; entregarle nuestro corazón y darnos a los demás. Ser luz, agradarle y cada día ser mejores personas. Buscar en qué fallamos y comenzar a cambiar, no porque nos los exigen u obliguen, sino por amor a Él. Sólo cuando amamos a Dios podemos amar a los demás. Cuando Cristo es nuestro primer amor, nuestra vida es muy diferente. Cuando nuestro amor por Jesús es real los demás lo notan.
Estar enamorado de Jesús es querer ser luz a los que nos rodean, sentir paz y gozo. Agradecer lo que tenemos y lo que Él nos da. Es dar lo mejor de nosotros, en agradecimiento por todo lo que Él ha hecho por nosotros. Porque amar a los demás también es amarlo a Él. Con Él lo tenemos todo, incluso la capacidad de amar sin medida. Pero para cumplir su mandato de amarnos unos a otros, primero debemos amarlo a Él. Así que el primer paso para amar a mi iglesia, a mis hermanos, es enamorarnos de Jesús; porque de él aprendemos a amar.
en esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos.- 1 Juan 3:16 (RVR-60)
Verdad de la Semana:
Entrégale tu corazón a Jesús primero.
Hermoso mensaje.