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Y el Rey les responderá: “De cierto les digo que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos más pequeños, por mí lo hicieron.”- Mateo 25:40 (RVC)
Muchas películas y series navideñas nos muestran historias acerca de la importancia de dar. Son varios los directores que han intentado transmitir que el verdadero significado de la navidad no está en los regalos, sino en la caridad, la paz y la familia. Nos encanta ver este tipo de películas durante la temporada de invierno. Pero el mensaje no sirve de mucho si no lo ponemos en práctica. Quizás deberíamos dar menos regalos y compartir más valores.
Los cristianos estamos acostumbrados a ver la navidad como una época de dar gracias. Constantemente recordamos que fue Dios quién dio un regalo a la humanidad enviando a su Hijo. Aunque esto es cierto, pocas veces nos detenemos a pensar en cuál va a ser nuestro regalo para Dios esta navidad. Solemos distraernos planificando los regalos que haremos a nuestra familia y olvidamos que la época no se trata de gastar, sino de demostrar amor los unos por los otros.
Es bueno regalar algo que sabemos que alguien necesita o le gusta, pero ¿qué hay del vecino anciano que cena sólo? ¿Qué de aquella madre soltera que no puede dar un regalo a sus hijos? ¿Qué hay de ese amigo enfermo a quién nadie cuida en el hospital? ¿Qué pasa con aquellos huérfanos que nunca reciben regalo? La navidad se trata de dar mucho más que sólo dinero. Se trata de amar a aquellos a los que Dios también ama y necesitan de Él. Dice la Palabra que cuando amamos a los demás es como si hicieramos algo por Dios. Un padre se regocija cuando su hijo sigue su ejemplo. Dios se regocija cuando damos a los demás el amor que Él nos dio. ¿Cuál será tu regalo a Dios esta navidad? El mio será amar.
Verdad de la Semana:
Mi Regalo es Amar