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El Amor del Padre

Foto del escritor: CDA LaresCDA Lares

La historia del hijo pródigo es una que impacta profundamente a cada persona que decide aceptar a Cristo como Salvador. Es una historia que muestra la gran misericordia y amor de Dios. Aun nosotros, tratando de amar con todas nuestras fuerzas, no somos capaces de amar a la medida de Cristo. Habernos criado en el evangelio no es garantía para vernos años después sirviendo al Señor. Criar los hijos en el Señor les garantiza a ellos tener herramientas en su memoria y corazón para que, cuando llegue el momento determinante, puedan tomar control de su vida espiritual. Pero muchos hogares son sacudidos al ver un integrante, muchas veces un hijo, siendo un "deambulante" en el evangelio. Van y vienen, y de repente no quieren entrar ni disfrutar de lo que un día fue una gran prioridad.


Todos tenemos un amigo o un familiar que ha abandonado la línea de batalla de la fe. Cuando trato de entender el dolor que puede haber en el corazón de Dios ante esto, recuerdo cuando yo tenía unos 15 años y vivimos un momento que marcó la trayectoria de mi hogar. Mi hermana mayor se fue de la casa. Vivimos una temporada muy dura, y nuestro hogar siempre estaba lleno de personas. Los amigos de la comunidad y los hermanos de la iglesia venían a tratar de consolar el corazón de mis padres. Fueron años de dolor,, y pude ver el deterioro en la salud de mi madre. Cinco años más tarde supimos de ella, y mis padres comenzaron a recibir el aliento del regreso. Esto es una memoria latente en mi vida. Ahora, ¿cuánto dolor puede haber en el corazón de nuestro Creador al vernos abandonar la línea de batalla?


La Palabra nos enseña que quien se aparta está separado de Dios. El Espíritu Santo, quien vive dentro de cada uno, se entristece por esta separación. Pues la Palabra de Dios, en Efesios 4:30, establece que el Espíritu de Dios siente dolor. Es por eso que el padre abrazó a su hijo en lugar de reñirlo, era el fin de su dolor. Por eso no hay nada como abrazar la promesa de Dios, y recordar que no hay mejor lugar que el hogar. No importa cuánto tiempo pase, siempre Dios estará esperando y disfrutará tu llegada con la mejor de las fiestas. La paz que sintieron mis padres el día que volvieron a ver mi hermana me hace entender que no hay nada que podamos hacer para que Dios nos deje de amar. Su amor es más grande que nuestra confusión o rebeldia, mucho más de lo que podemos imaginar. Vuelve hoy, que cada día que pasa es mucho dolor.


"Pero teníamos que hacer fiesta y alegrarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado."- Lucas 15:32 (NVI)
 

Verdad de la Semana:

"Dios celebra tu regreso."

 
 
 

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