Vivimos en una sociedad de “influencers”, donde hay personajes que tienen influencia en la sociedad sólo con hacer un video. La iglesia no escapa de esto, se han levantado personas que en nombre de Dios han querido influir en la sociedad, para bien o para mal. Sin embargo, pienso en aquél que ha logrado influenciar a millones de personas a través de los siglos. Aquél Jesús que con su estilo de vida enseñó mucho más que con ciertas frases motivacionales, ese Jesús que anima a sus discípulos a ser de influencia en la sociedad, pero no solamente con palabras motivacionales, sino con hechos.
Es fácil querer ser como El, pero debemos recordar que Dios es quien todo lo ve y a quién nos debemos. Antes de intentar influir en los demás, debemos pedirle a Dios que nos ayude a hacerlo desde una posición de humildad y amor, no de soberbia. Porque el amor no es arrogante ni egocéntrico. Debemos empezar por cambiar primero. Corrige lo que esté mal en ti, y si no notas nada por ti mismo, pregunta a los seres mas cercanos a tí qué creen que tienes que cambiar. Sobre todo, crea una relación con Dios donde le puedas hablar y le preguntes qué tienes que corregir para poder ser un influencer como lo fue él. Porque muchas veces queremos cambiar (influir) a los demás, pero no trabajamos en nosotros mismos primero. Antes de pedir a los demás que cambien, debemos mostrarles cómo hacerlo.
Nos pasamos criticando, buscando lo que otros hacen mal y caemos en chismes o en celos y todo eso está mal. Primero evaluémonos nosotros, y que la vida y el sacrificio de Jesús en la cruz por nosotros sea nuestra verdadera influencia. Nuestra relación con Dios debe ir más allá de asistir varios dias a la iglesia, o de servir en ella. Tu relación es en tu intimidad, en tu tiempo libre. En tus tiempos de dolor, de soledad, de necesidad, o de enfermedad; cuando pensamos que estamos solos, es ahí donde tenemos que demostrar que nuestro verdadero influencer es Dios. Asegurémonos de que él ha cambiado nuestra vida, para que los demás lo puedan ver. Entonces querrán dejarse influenciar por Dios.
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