me buscarán y me encontrarán cuando me busquen de todo corazón. - Jeremías 29:13
Cuando hablamos de una persona extraordinaria podemos pensar en una persona inolvidable. Porque cuando interactuamos con ellos los intercambios son memorables, inolvidables, y tal es el caso de Jesús. Jesús es extraordinario cuando está ahí para satisfacer nuestras necesidades. Lo hace porque nos ama y le importamos. Él está accesible para todos. Podemos verlo con Jairo y con la mujer del flujo de sangre. Jesús demuestra su compasión porque es sensible a todo aquél que le busca, porque el cura y porque el cumple.
En el versículo de Lucas 8:40-50, vemos a Jairo acudir a Jesús para que lo ayude porque su hija estaba muriendo. Jesús acepta ayudarlo, y cuando le dicen que la niña ha muerto Jesús le dice a Jairo “no tengas miedo, tú cree y ella será sanada”. De camino en medio de la multitud, Jesús siente que alguien toca su manto y se detiene a ver quién le tocó; porque de él había salido poder. Y fue un momento extraordinario. La mujer del flujo de sangre, que era una mujer impura, fue impulsada por su fe y al tocar el manto fue sanada al instante. Y Jesús le dijo: "vete en paz, tu fe te ha sanado”.
¿Cuántas veces te has sentido impuro, o has estado sangrando en alguna área de tu vida y quisieras que Jesús detenga esa hemorragia? ¿Qué estas esperando para tocar el manto del Maestro? Al igual que ella, hay que tener fe y creer que si tocamos el manto del maestro quedaremos sanos. Si estamos dispuestos a acudir a Él, Dios puede suplir todas nuestras necesidades. Su cuidado por nosotros es extraordinario. Debemos tener nuestro corazón listo para recibir lo que Dios va a hacer en nosotros, porque algo Él va a hacer. Él puede cambiar el panorama de nuestra vida porque le importamos. Él puede cambiar lo común en especial, el fracaso en victoria, la pérdida en ganancia y lo imposible en algo posible. Dios todo lo puede, y puede cuidar de nosotros extraordinariamente. Sólo debemos acudir a Él y siempre nos recibirá con los brazos abiertos.
Verdad de la Semana:
Dios nunca está muy ocupado para nosotros.
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