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Luego que el faraón dejó ir al pueblo, Dios no los llevó por el camino de la tierra de los filisteos, que estaba cerca, pues dijo Dios: «Para que no se arrepienta el pueblo cuando vea la guerra, y regrese a Egipto.» Por eso hizo Dios que el pueblo diera un rodeo por el camino del desierto del Mar Rojo.- Éxodo 13:17-18 (RVR-95)
Cuando le pedimos pon a alguien estamos de pasajero, no de conductor. Eso lo sabemos. Lo que esto significa es que en el carro manda, la persona no nosotros. Sólo nos toca amarrarnos el cinturón y dejar que la persona guíe. En ocasiones, la ruta que el conductor escoja para llegar al destino, no sea de nuestro agrado. Por ejemplo, quizás la ruta tenga muchos boquetes, chichones, curvas, etc… Quizás el camino no sea el mejor pero hay que confiar que el conductor sabe más que el pasajero.
En esta porción vemos un ejemplo de eso. El pueblo acababa de salir de Egipto, y debían dirigirse a la tierra prometida. Esto significaba que tenían que hacer un viaje por el desierto, lo que nunca es cómodo. Aún así, vemos que Dios tomó la decisión de llevarlos por un camino más largo. Esto parece una locura, ¿más tiempo en el desierto? Si el pueblo lo hubiera sabido, se habrían quejado y hasta se habrían revelado. Pero Dios sabía que en el camino corto podrían enfrentar ataques de los filisteos y los israelitas no eran guerreros. Así que prefirió llevarlos por un camino más largo, pero sin esta amenaza.
Algo así pasa con nosotros y con Jesús. Le pedimos pon, pero queremos darle instrucciones. Queremos escoger una ruta diferente a la que él ya ha trazado. Pero tenemos que confiar que sus planes son mejores que los de nosotros. (Jeremías 29:11, Isaías 55:8) Quizás en el camino tendremos boquetes, chichones y curvas. Quizás pasemos malos ratos, dolores de cabeza o desiertos, pero sabemos que si Dios está con nosotros quién contra nosotros. (Romanos 8:31) A nosotros nos toca dejar que Dios guíe, que Él sabe el camino.
Verdad de la Semana:
El plan de Dios es mejor.
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