Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo.- Isaías 41:13 (RVR-1960)
Con frecuencia vemos que al final de un proceso difícil hay una recompensa. Recibimos un diploma luego de años de estudio, logramos un ascenso luego de una carrera larga, y recibimos una medalla al final de un maratón. Muchas veces el mayor premio no es un regalo físico, sino el reconocimiento. Los aplausos, los abrazos, las frases de elogio llegan al final del sacrificio, un vez alcanzamos la meta. Pero durante el proceso no son muchas las frases de aliento, y nadie aplaude nuestros errores mientras intentamos encontrar nuestro camino. A veces pensamos que Dios es igual. Que la vida es un proceso de perfeccionarnos para poder ganar el derecho a una audiencia con el Rey donde podamos presentar con orgullo nuestros logros. Pero nada más lejos de la realidad.
A través de todos los obstáculos de nuestra vida, Jesús no es ese juez que observa nuestro lento progreso mientras anota puntuaciones. De hecho, Él es nuestro compañero de entrenamiento. Siempre está a nuestro lado ayudándonos en los momentos más dificiles. Es quien nos levanta cuando caemos, y quien nos redirige cuando vamos por el camino equivocado. Es quien nos anima a intentarlo una vez más, y en quien podemos apoyarnos cuando estamos heridos. Incluso está dispuesto a cargarnos cuando ya no podemos más. No nos recrimina por nuestros errores, sino que con paciencia nos espera cuando nos quedamos atrás y nos ayuda a salir del lodo cuando estamos estancados. Él no mira con desagrado nuestra ropa sucia y nuestro cuerpo sudoroso y ensangrentado, pues Él se arrastra con nosotros por los lugares más ásperos de nuestra vida. No importa en qué parte de tu camino te encuentres, ni que tan oscuro o dificil sea, Jesús está a tu lado. Él no es el Juez de la meta, sino el compañero de tu carrera.
Verdad de la Semana:
Jesús no te abandona en tu proceso.
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