Jesús estaba en la popa, y dormía sobre una almohada. Lo despertaron y le dijeron: «¡Maestro! ¿Acaso no te importa que estamos por naufragar?»- Marcos 4:38 (RVC)
Cuentan que un día un campesino le pidió a Dios que le permitiera mandar sobre la naturaleza para que -según él– le rindieran mejor sus cosechas de trigo. Y Dios se lo concedió. Entonces cuando el campesino quería una llovizna, así sucedía; cuando pedía sol, éste brillaba en su esplendor; si necesitaba más agua, llovía más regularmente; etc. Pero cuando llegó el tiempo de la cosecha, su sorpresa y estupor fueron grandes porque su trigo estaba hueco. Desconcertado y molesto, le preguntó a Dios el por qué, si él había puesto los climas que creyó convenientes. Pero Dios le contestó: “Tú pediste lo que quisiste, más no lo que de verdad convenía. Nunca pediste tormentas, y éstas son muy necesarias para limpiar la siembra, ahuyentar aves y animales que se la comen, purificarla de plagas y hacerla fuerte.”
Muchas veces somos como este campesino, queremos que nuestra vida sea color de rosa. Pero a veces es necesaria la tormenta para tener una mejor cosecha. Las dificultades nos ayudan a madurar y crecer. Dios sabe cuándo hace falta una tormenta en nuestra vida. No se trata del proceso, sino del resultado. Pero podemos estar seguros de que el propósito nunca es destruirnos, sino transformarnos. En la porción de Marcos, mientras la tormenta azotaba la barca, Jesús dormía tranquilamente. He escuchado a muchas personas decir que les gusta dormir cuando llueve. Mi respuesta siempre es: "te gusta la lluvia porque no te mojas". Desde la seguridad y el resguardo de nuestra casa, nos gusta la lluvia. Porque nos sentimos protegidos. Pero, ¿qué pasa cuando nuestra "seguridad humana" desaparece? ¿Podemos estar igual de tranquilos?
Eso era lo que le pasaba a los discípulos. Estaban en mar abierto y la barca se tambaleaba. Entonces despertaron a Jesús con sus preguntas "Maestro, ¿no te importa?" Preguntamos constantemente, "Señor, ¿no te importa mi sufrimiento? ¿No te importa mi dolor?" La respuesta es que sí, le importa y mucho, pero a veces es la única forma de cambiar nuestro corazón. Cuando entendemos esto, podemos sentirnos seguros en medio de la tormenta. Hay un propósito, creceré. No voy a perecer aquí. El siguiente capítulo de Marcos nos dice que llegaron al otro lado. (Marcos 5:1) Dios no nos dejará perecer en medio de la tormenta. Sólo es un proceso, El nos llevará al otro lado. Hay una cosecha. Cuando creemos esto, podemos dormir en medio de la tormenta. Pues sabemos que aún las tormentas lo obedecen y eso nos da seguridad.
Verdad de la Semana:
Podemos confiar en medio de la tormenta.
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