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Lee Lucas 5:1-11.
Después de trabajar una noche entera sin ver algún resultado, estás recogiendo todo para irte para tu casa porque estás explota´o. De repente aparece un extranjero en tu trabajo y te da unos consejos de cómo hacer tu trabajo de otra manera para tener mejores resultados. Y por encima de eso, te manda a hacerlo en ese mismo momento, después de que esté todo recogido. ¿Cómo te sentirías? ¿Qué tú harías?
Bueno, eso mismo le pasó a Simón (luego Pedro). Jesús usó su barca para hablar con la multitud desde el agua, y cuando terminó, le dijo que llevara su barco hasta aguas más profundas y que echara las redes allí para encontrar más peces. Primero Simón le dio una media queja que ya llevaban toda la noche trabajando y no lograron pescar nada, pero termina diciendo, “Pero, como tú me lo mandas, echaré las redes” (v.5b).
Muchas veces en nuestra vida, el Señor nos va a pedir algo que no entendemos o que para nosotros no tiene sentido alguno. O tal vez nos manda a hacer algo y no tenemos nada de ganas. El Espíritu Santo nos inquieta y nos inquieta, pero lo que sale de nuestra boca es una queja… “Pero, es que…”.
En esta historia, todavía Simón no conocía bien al Señor Jesús. Aún no había visto todo de qué era capaz de hacer. Sin embargo, le obedeció. Se sometió. “¿Qué puedo perder?” Y al hacerle caso, tuvo que llamar a otros pescadores a ayudarlo con las redes porque había demasiados peces.
¿Viste eso? La obediencia trae bendición. La fe trae bendición. Simón no sabía lo que iba a ocurrir, pero si Jesús lo estaba diciendo, era por algo. Es igual con nosotros. Si Dios te lo dice, es por algo. Él es soberano. Él tiene control de TODAS las cosas. Él ve el panorama grande. Él ve más allá de nosotros. Aunque estés cansado o no tengas ganas, aunque te sientas incómodo, ten fe porque lo que viene valdrá la pena.