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“La mies es mucha”
Leer: Mateo 9:35-38
Me imagino a los dueños de campos cuando lo que sembraron está listo para cosechar. Me imagino también cuando pasa el tiempo y los frutos de esos sembradíos se están echando a perder porque no hay jornaleros para recoger. ¿Cómo se debe sentir el dueño del campo?
Debemos pensar que él hizo un esfuerzo, puso lo mejor de sí; pero no tiene gente para la cosecha. Dios puso a su hijo Jesucristo, pero no hay obreros que vayan, no solo a recoger sino también a sembrar o regar. (1 Corintios 3:6) Dios va a dar el crecimiento, pero nosotros tenemos que hacer la otra parte. Jesús estaba viendo la necesidad de las personas, pero también vio que no había quien atendiera a esa necesidad y se entristeció. Por eso hizo una comparación con la agricultura, un área que los judíos conocían muy bien. Por lo tanto, tenemos que orar para que se sigan levantando obreros para ir a llevar la palabra, instruir y plantar.
No hay que alquilar un local o tener necesariamente un pulpito a mano para hacerlo, en nuestra vida cotidiana tenemos oportunidades a diario para hacerlo. Quizás no puedas hablar mucho en tu trabajo, pero una invitación a la iglesia sería un camino o forma de hacerlo. Recordemos que nosotros podemos plantar y regar, Dios dará el crecimiento. Pero como una planta necesitamos primero poner la semilla, después regarla y esperar.
Como cristianos este es nuestro deber, plantar esa semilla en el corazón de las personas que nos rodean, regarla y esperar a que Dios haga el resto. El corazón de Dios se entristece al ver que las almas se pierden por falta de alguien que diga : "Heme aquí, envíame a mi." A veces nos asustamos por la labor que hay que hacer, y nos alejamos pensando que se necesita a una persona más capacitada. Pero cuando Dios nos llama a trabajar en su viña no se trata de ti, sino del fruto que se pierde. Así que no tengas miedo, contesta al llamado. Hay un mundo que nos necesita.
Verdad de la Semana:
“Sé un obrero.”