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Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y, donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.-2 Corintios 3:17
Un dato bien interesante es que la luz del Sol es importante para otros cuerpos celestes, como por ejemplo, para la luna o los planetas. Nuestra bella estrella, el sol, ayuda con su iluminación a que la luna y los planetas tengan esa brillantez hermosa que nos ayuda y nos alumbra en las noches. O sea, para que la luna brille necesita a el sol. Nosotros los cristianos tenemos cierta similitud con el sol y la luna; sólo reflejamos la luz de Dios en nosotros. Si no tenemos a Dios en nuestra vidas, y no lo dejamos entrar, esa luz y ese brillo nunca se reflejará en nosotros.
Cuando conocemos a Cristo somos nuevas criaturas, y debemos reflejar al Espíritu Santo que habita en nosotros. El Espíritu Santo es un regalo que Jesús nos dejó. Sentirlo en nuestras vidas es uno de los privilegios y bendiciones más grandes que un cristiano puede tener. El Espíritu Santo testifica de la verdad. Él es la fuente del testimonio y de la revelación personal. Te revela aquello que está bien, y te redarguye cuando algo está mal en tu vida. Nos ayuda a vivir como el reflejo de Cristo en la tierra.
El apóstol Pablo dice en las escrituras que todos los que se dejan guiar por el Espíritu Santo son los que verdaderamente se portan como hijos de Dios. (Romanos 8:14) Así que no sólo debemos reflejar al Espíritu Santo y dar testimonio de que El habita en nosotros; también debemos dejarnos guiar por El y hablarle a todo aquél que no lo conoce, como nuestro Padre nos lo encomendó. Tomar lo que El nos ha dado, y reflejarlo al mundo, es como mostramos su gloria.
Pero, cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.- Hechos 1:8
Verdad de la Semana:
Mostremos al mundo Su gloria.