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Nosotros como creyentes debemos vivir una vida en santidad. El amor que sentimos por nuestro Dios nos mueve a vivir así. Hacer lo que nos toca y dar ejemplo de lo que somos es importante, y no nos pesa vivir así por el amor que sentimos por nuestro Padre. Ese amor que va más allá de la carga que podamos llevar, del diario vivir, el estrés, la tristeza, el coraje, los miedos o la enfermedad. Debemos vivir así porque al conocer a Dios, nuestra vida refleja que nuestro Padre vive en nosotros.
En Génesis 39 habla de la historia de José y la esposa de Potifar. José era de suma confianza para Potifar. José siempre reflejó el amor de Dios y por eso lo que Potifar tenia lo compartió con José, ya que le tomó mucho aprecio. José amaba tanto a Dios que, a pesar de la tentación y la seducción de la esposa de Potifar, él no cedió y le fue fiel a Dios y a Potifar. Luego de este incidente José estuvo en la cárcel, pero Dios lo Puso en gracia por su santidad y obediencia. José no quiso fallarle a Potifar pero, mucho más importante, no quiso fallarle a su Padre, a el Dios que él amaba.
En nuestra vida tendremos tentaciones y momentos de seducción. A el dinero, a la vagancia, la dejadez, o simplemente al pecado, pero debernos siempre recordar que tenemos un Padre poderoso que pelea y cuida de nosotros. Nosotros por nuestras propias fuerzas no podremos enfrentar las situaciones. Pero si dependemos de Dios, él nos ayudará a poder enfrentar cualquier prueba o situación. La santidad consiste simplemente en hacer la voluntad de Dios y ser exactamente lo que Dios quiere que seamos. Cada decisión debe ser tomada con nuestro Padre y debemos recordar siempre que El amor de Dios nos ayudará a poder vivir una vida en santidad.
Más bien, sean ustedes santos en todo lo que hagan, como también es santo quien los llamó; pues está escrito: Sean santos, porque yo soy santo.- 1 Pedro 1:15-16
Verdad de la Semana:
El amor nos lleva a la santidad.