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Foto del escritorCDA Lares

Un Puñado de Fe



La historia de la que hablaremos hoy se desarrolla en Sarepta de Sidón. El profeta Elías había sido enviado por Dios a esconderse en el arroyo de Querit, luego de haberle profetizado al rey Acab sobre una gran sequía. Elías permaneció allí siendo alimentado por cuervos. Pero pasado un tiempo Jehová cumple su Palabra y el arroyo se seca. Entonces la Palabra del Señor vino a Elías, ordenándole que fuera a Sarepta en donde encontraría a una viuda la cual le daría de comer. Cuando se encuentra con ella, Elías le pide de comer, pero para la viuda esto representaba darle el último bocado de comida que tenía para ella y su hijo (V.13). Esto parece ilógico, pero es ahí donde actúa la fe. Esta mujer tuvo fe así que fue y le preparó comida. Esto resultó en una provisión sobrenatural en un tiempo de escasez.


Esta viuda decidió obedecer y confiar y fue prosperada. Al igual que la viuda, en ocasiones Dios nos pide confiar en él de una forma que desafía la razón humana. En esta historia la viuda decidió confiar y darle todo lo que tenía, “su último bocado de comida”. ¿Qué tienes que dar tú? ¿Qué es eso que tanto te cuesta darle al Señor porque sientes que es lo único que tienes? ¿Qué, o quién, representa ese puñado de harina y ese poco de aceite? Vivir en fe se trata de dar pasos desafiantes e, incluso, ilógicos en circunstancias adversas mientras confiamos que Dios tendrá el control. 


Cuando nos toca vivir una situación como la de la viuda, no solamente se trata de nuestra fe. Sino también de una actitud de humildad. Entregar nuestro último bocado, implica llegar al final de la línea y admitir que ya no podemos hacer más. Pero reconocemos que El puede hacerlo todo. Cuando eso ocurre Dios se glorifica de las maneras más extraordinarias y poderosas en nuestra vida. En medio de cualquier circunstancia difícil que estés pasando, así como la viuda, entrega todo lo que tengas al Señor y tu fe será recompensada. No tengas miedo de que sea muy poco, pues Dios es un Dios de plenitud. Y en sus manos, un puñado es suficiente.

 

Verdad de la Semana:

Un puñado es suficiente en las manos de Dios.




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