
La paz les dejo, mi paz les doy; yo no la doy como el mundo la da. No dejen que su corazón se turbe y tenga miedo. – Juan 14:27 (RVC)
¿Alguna vez has pasado una noche sin dormir porque tu mente no deja de preocuparse? El miedo tiene una manera de infiltrarse en nuestros pensamientos, robarnos la paz y llenarnos de ansiedad. Nos hace centrarnos en todo lo que podría salir mal en lugar de confiar en que Dios tiene el control. La paz del mundo depende de las circunstancias. Si las cosas van bien, la gente se siente en paz. Pero cuando la vida se pone difícil, su paz desaparece. A menudo pensamos que tendremos paz cuando tengamos el control, cuando nuestras finanzas sean estables, nuestra salud sea buena y nuestro futuro esté asegurado. Pero la vida no funciona así.
Por mucho que nos esforcemos, no podemos controlarlo todo. Y cuanto más tratamos de controlar las cosas, más ansiosos nos ponemos. Pero Jesús ofrece algo mejor: una paz que permanece incluso en medio de las pruebas. Este tipo de paz proviene de saber que Dios está con nosotros, pase lo que pase. Esta paz no se basa en circunstancias perfectas, sino en confiar en que Dios tiene el control. La verdadera paz no se encuentra en tener todas las respuestas, sino en rendirse a Aquel que sí las tiene.
En Mateo 8, los discípulos se vieron atrapados en una violenta tormenta mientras Jesús dormía en la barca. Estaban aterrorizados, pero cuando despertaron a Jesús Él simplemente habló y la tormenta se detuvo. Los discípulos habían dejado que el miedo se apoderara tanto de ellos que olvidaron quién estaba con ellos. ¿Con qué frecuencia hacemos lo mismo? La verdadera paz no está en intentar controlarlo todo, pues ni siquiera sabríamos cómo hacerlo. La paz está en confiar que Dios es un marinero experto, por lo que puedo dormir mientras El me saca de la tormenta. Así que sólo soltemos el timón, Dios nos tiene cubiertos.
Verdad de la Semana:
El control le pertenece a Dios.
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