Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón,- Hechos 2:46 (RVR-60)
La etiqueta dice que cuando se sirve la mesa para una familia, los platos se sirven de forma distinta. Ya no se trata de que cada quien tenga su plato, sino que todo se sirve en envases grandes y cada uno elige lo que quiere. De hecho, casi siempre lo que ocurre es que cada persona trae algo y lo comparte con los demás. Entonces se escuchan los pedidos: "Pásame el pan." o "¿Me pasas la ensalada?", "No alcanzo el postre.", y demás. Esto es lo que se espera de una familia, que se sirvan unos a otros. Pero lamentablemente, no siempre es así. A veces los miembros reaccionan con incomodidad.
Todos quieren comer, pero no quieren ser interrumpidos para servir a otros. La mayoría se preocupa por llenar su propio plato, no por pasar lo que tienen a otros. Y muchas veces somos así. Cuando asistimos a la iglesia, pensamos en lo que podemos recibir, no en lo que podemos aportar. Se trata de lo que recibo, no de cómo sirvo. Pero en el cuerpo estamos para servirnos unos a otros. Y alguien necesita algo que tú tienes.
Alguien necesita tú experiencia, hay alguien que necesita tú testimonio. Hay un hermano que necesita el conocimiento que tienes, otro necesita un abrazo. Y seguramente, hay alguien que necesita que compartas al Cristo que tienes, porque no lo conocen. En la mesa hay de todo, pero hay cosas a las que tienes acceso y que los demás necesitan. Sirve a los demás con lo que tienes, para eso estamos en la mesa.
Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios.- Hebreos 13:16 (RVR-60)
Verdad de la Semana:
Comparte lo que tienes.
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