
El corazón es engañoso y perverso, más que todas las cosas. ¿Quién puede decir que lo conoce? «Lo conozco yo, el Señor, que escudriño la mente y pongo a prueba el corazón; que pago a cada uno según su conducta y según el resultado de sus obras.»- Jeremías 17:9-10 RVC
¿Habrá algo que podamos ocultarle al Dios que nos creó? ¿Será posible esconderle las intenciones de nuestro corazón? Definitivamente no es posible. Esa es la primera cosa que debemos tener clara a la hora de evaluar nuestra conducta y la intención que la mueve. No tiene sentido pretender engañar a Dios, tampoco lo tiene tratar de engañarnos a nosotros mismos, pues el principal lastimado en ese intento seremos nosotros. Los cambios son parte fundamental de nuestra vida, no existe otra forma de madurar. Para el creyente, no existe forma de santificarse que no sea asumiendo una postura de cambio. Pero ese cambio no es solo de hábitos, perspectiva o forma de pensar. Ese cambio, nace en el corazón que ha reconocido quién es. Si has aceptado al Señor como tu Salvador, debes entender que tal como indica Pedro en su primera carta, nosotros somos …linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios. (1 Pedro 2:9)
Quizás estés pensando: "Claro, como soy hijo de un rey por eso es que merezco ser tratado como príncipe. Así que tendré, todo lo que desee en esta vida, como el hijo del rey que soy." Definitivamente esa es una tergiversación espantosa de lo que esta porción implica. La realidad es que el ser, linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, trae consigo una gran responsabilidad. Como creyentes, debemos comportarnos a la altura del grado que se nos ha concedido. Es entonces cuando podemos entender la importancia de reconocer nuestra necesidad de cambio constante, a la luz de las Sagradas Escrituras. Nada como la Palabra de Dios para señalar mi pecado, indicarme el camino de corrección a seguir y llevarme cautivo en humildad delante del Padre, para ser restaurado. No es posible caminar el camino del cambio, si no reconocemos la necesidad de cambiar y pedimos al Espíritu Santo que nos enseñe a escudriñar las motivaciones de nuestro corazón.
Por eso te invito a que hagamos eco de las palabras del salmista David: Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno. (Salmos 139:23-24, RVR1960). Es necesario entender que no podemos obligar a otros a cambiar. A quien único podemos hacer cambiar es a nosotros mismos, y ni siquiera eso podemos hacer por nuestras propias fuerzas. Por eso en esta ocasión la invitación queda abierta a todo aquel que quiera caminar en el verdadero camino de la bendición. Para ello es necesario mirar en tu interior con la ayuda del Espíritu Santo y decidirte a hacer los cambios necesarios, de acuerdo al linaje de tu Padre Celestial. Después de todo, el cambio comienza desde adentro.
Verdad de la Semana:
“El verdadero cambio no aparenta, nace del corazón.”
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