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Entonces vino un varón llamado Jairo, que era principal de la sinagoga, y postrándose a los pies de Jesús, le rogaba que entrase en su casa; porque tenía una hija única, como de doce años, que se estaba muriendo.- Lucas 8:41-42 (RVR-60)
¿Cuántas veces nos hemos encontrado en situaciones en las que nos sentimos abrumados por la cantidad de problemas y decisiones que tenemos que tomar? En esos momentos nuestra mente se llena de dudas, miedo y preocupaciones. Nos encontramos en un constante estado de análisis tratando de encontrar soluciones y respuesta por nuestra cuenta. Pero ¿qué pasaría si simplemente decidiéramos confiar en Dios y dejar de preocuparnos tanto? Confiar en Dios puede cambiar tu vida de una manera profunda y significativa. Jairo vivió lo que es miedo, pero identificó cuál era su necesidad y corrió a buscar a Jesús. Las malas noticias avivan los temores y cuando el miedo te atormenta no te permite funcionar, te quita la paz. Para quitarte el miedo debes reemplazarlo por fe y confiar que, en medio de la circunstancia, Dios lo puede cambiar todo.
A pesar de lo que Jairo podía ver o escuchar en medio de su situación, buscó a Jesús y le llevó el problema. Porque sabía que si se aferraba a lo que causaba su miedo la situación no se resolvería. Sólo Jesús lo podía ayudar. Jairo pudo haber escuchado de lo que Jesús predicaba y de los milagros que hacía sanando a los enfermos o expulsando demonios. Pero no fue hasta que experimentó el miedo, hasta que llegó esa circunstancia difícil, que tuvo que recurrir a Jesús y confiar en Él. Si Jairo se hubiese quedado llorando, escuchando sus miedos, o a las personas que tenía alrededor; o si hubiera buscado resolver con sus propias fuerzas, ¿hubiese resuelto algo por sí solo? La realidad es que no. Pero el buscó al único que le podía ayudar, Jesús. Teniendo la fe, la certeza, de que Jesús iba a salvar a su hija fue que pudo experimentar la grandeza de Dios y ver el milagro hecho en ella.
A pesar de su preocupación, Jairo escuchó la voz de Jesús donde le decía no temas. Aún cuando le dan la noticia de que ya estaba muerta, confió en la palabra del Maestro. (Lucas 8:49-55) Dios siempre tiene un plan para nosotros, incluso cuando no podemos verlo. Debemos aceptar que, aunque no entendamos por qué nos pasan ciertas cosas, Dios tiene el control y su propósito para nosotros es bueno. Recordemos confiar y tener fe. Busquemos acercarnos a Jesús por medio de la oración, y escuchar su voz más que a los miedos o la duda. Rodeémonos de personas de fe mientras esperamos la obra que Dios hará. El es perfecto y hará todo en su tiempo. Corramos hacia Él, porque muchas veces corremos a la persona equivocada teniendo un Dios tan grande que todo lo puede. Alabemos y demos Gloria a Dios en toda circunstancia sea buena o difícil, no olvidemos sus promesas. Lo que Él comenzó en nosotros lo terminará, nunca dejará nada sin terminar. Sigue adelante creyendo. Ten fe, confía y deposita todo en sus manos; Él hará. (Salmos 37:5)
Verdad de la Semana:
Corramos siempre hacia Jesús.
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