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¿Cómo está tu Huerto?

Foto del escritor: CDA LaresCDA Lares
Pasé junto al campo del hombre perezoso, Y junto a la viña del hombre falto de entendimiento; Y he aquí que por toda ella habían crecido los espinos, Ortigas habían ya cubierto su faz, Y su cerca de piedra estaba ya destruida. Miré, y lo puse en mi corazón; Lo vi, y tomé consejo. Un poco de sueño, cabeceando otro poco, Poniendo mano sobre mano otro poco para dormir; Así vendrá como caminante tu necesidad, Y tu pobreza como hombre armado.- Proverbios 24:30-34 (RVR1960)

Esta porción bíblica se utiliza frecuentemente para describir la actitud de un perezoso. Ciertamente esta porción expone este tema con claridad. Pero, ¿acaso sólo podemos aplicarla al plano físico de nuestra vida? ¿Qué hay de nuestra vida espiritual? ¿Con cuánta facilidad echamos a un lado nuestro tiempo con Dios para ocuparlo en otras cosas? Aun sabiendo que estas cosas tienen un valor insignificante al compararlo a la intimidad con nuestro Señor. En la mayoría de los casos, se trata de el trabajo, los estudios, la casa, el carro, los niños, un pasatiempo, etc. No hay nada de malo en estas cosas, el problema está cuando toman el tiempo de nuestro Dios. No estoy hablando de dejar de ir a la iglesia para dedicarle tiempo a una de estas cosas. Si eso pasa, hace mucho tiempo que hemos comenzado a desviarnos.


Hablo de tu relación con tu Creador. El tiempo de tu intimidad con Él, ese que se pasa en lo secreto, allí donde se hablan desde tu corazón a Su corazón. Lo vamos postergando y decimos, hoy no pude, será mañana. Entonces llega mañana y… tampoco se pudo, será más tarde. Y los días pasan y pasan, y aunque creas que puedes engañar a otros la realidad es que aún el que mira de lejos lo puede ver, y a distancia dice “Pasé… junto a la viña del hombre falto de entendimiento; y he aquí que por toda ella habían crecido los espinos"… ¡Que triste! Pero, lo hermoso de nuestro Dios es que nunca es tarde para reanudar nuestra relación con Él. No seas como este hombre perezoso que describe el proverbista. Te invito a que seas como ese árbol del que habla el salmista:

Bienaventurado el varón… que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae.- Salmo 1:1-3

Escudriña tu corazón delante de Jehová. Medita en tu relación con Dios. ¿Cómo está tu huerto? ¿El que te observa de lejos, puede ver un árbol plantado junto a las aguas, o verá una cerca destruida? Si anhelas ser un árbol plantado junto a aguas de reposo; párate firme sobre tus pies. Pídele a Jehová que escudriñe tu corazón y te permita ver lo que hay allí dentro, y cuán firme son tus raíces. Porque lo frondoso de tu follaje dependerá de la firmeza de tus raíces en Cristo. Y esas raíces nunca estarán firmes si tu intimidad con Dios no está firme. No pretendas engañar a otros ejecutando las tareas de tu religión y pensando que es suficiente. Despierta tú que duermes, es momento de afianzar tu relación con Dios, y que tus ramas muestren la firmeza de tus raíces.

 

Verdad de la semana:

Cultivar tu relación con Dios es sabio.

 
 
 

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