CDA Lares

11 de jun de 20192 min.

IgleCasa 9-julio-2019

Actualizado: 14 de mar de 2020

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“La Solución a la Amargura”

Lee Colosenses 2:6-7, 3:13, Marcos 11:25.

Echemos un vistazo a algunas posibles raíces de la amargura: La amargura a menudo puede estar enraizada en el resentimiento que puede venir de la decepción, las expectativas no satisfechas o los sentimientos heridos. La amargura también puede surgir de heridas de palabras crueles o hirientes que se hablan o de un trato injusto. Y, el resentimiento y la amargura a menudo van acompañados de un espíritu de falta de perdón. Se ha encontrado en algunas investigaciones que existe un vínculo entre la falta de perdón y la mala salud. Al igual que algunas plantas se extienden y crecen a medida que sus raíces lo hacen, una raíz de amargura puede afectar su salud física y emocional.

La solución a la amargura es el perdón. Pablo nos insta en Efesios 4:32 a perdonarnos los unos a los otros como Dios nos perdonó a nosotros. Para poder perdonar, a menudo debemos experimentar la curación en el corazón de las heridas que pueden haber estado en la raíz. Jesús es la fuente de la vida y la curación genuina. Aquí es donde entra el pasaje principal: Colosenses 2:6-7.

La verdad es que a través de la muerte de Jesús, Dios te ha perdonado todos tus pecados, pasados, presentes y futuros. A medida que te quedas y permanezcas enraizado en Cristo, encontrarás que es más fácil dejar al lado las heridas y las decepciones que otros han provocado. Cuanto antes puedas permitirle a Jesús que repare tus heridas, es menos probable que una raíz de amargura se afiance en tu corazón y tenga un impacto adverso en tu salud.

Así como es una tarea difícil limpiar las raíces de la hiedra que se extiende en un jardín, extraer las raíces de la amargura puede ser difícil y desordenado. Pero Dios quiere que sustituyas la amargura con la alegría y la paz que acompañan el perdón. Él quiere que usted extienda la misma gracia a los demás que Él le extiende a usted.

Puedes hacerlo... con la ayuda de Dios, y para su gloria.

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